¿Quiénes somos?

Quienes hacemos La Plaga, somos tres educadores costarricenses que también hemos tenido alguna formación artística. Los tres somos defensores del idioma materno, aunque desde distintas posiciones. Uno es terriblemente dogmático, otro pragmático y el tercero, Roncahuita, que es el que firma, prefiere ocuparse de Cinearte, aunque hace sus contribuciones a La Plaga.


Tenemos a su disposición tres diccionarios (pulse sobre los enlaces para ir a ellos) :



Cuando hablen o escriban por favor...

" A SHAKESPEARE LO QUE ES DE SHAKESPEARE Y A CERVANTES LO DE CERVANTES."



domingo, 22 de enero de 2012

Un ministro costarricense que habla "Espanglish": el ministro de transportes.

El ministro habla "espanglish"
Dice el señor Ministro de transportes, don Francisco Jiménez en una entrevista publicada hoy en La Nación (Costa Rica):


"Sí, desproporcionados, pero ¿contra quién o para quién? Nadie ha preguntado cuál es el perfil del infractor. La mayoría de los infractores nacen con los leasing, los rent a car y las flotas comerciales."


Para información del respetable funcionario le comunicamos:
1-Traducción:
- Para "Leasing" : "arrendamiento", "arrendamiento con opción de compra".
- Para "Rent a car" : "alquiler de autos", "alquilar un coche". 


2-Como funcionario público, está obligado por ley a usar en declaraciones oficiales , el idioma español correcto o alguna lengua aborigen costarricense.Nunca el "espanglish".(O es que como dijo Alberto Cañas de la Asamblea Legislativa, ¿ también se ha apoderado del gabinete la "gradería de sol"?)


3-Es también una obligación moral de todo funcionario público, promover la buena educación y por tanto el buen uso de nuestra lengua materna.

jueves, 12 de enero de 2012

¡Defendamos nuestro idioma común!

¡Por una asociación de usuarios y
usuarias de nuestro idioma!




Sergio Román Armendáriz / www.sergioroman.com
San José, CR, 20 de diciembre, 2011

MENSAJE ACERCA DE NUESTRO IDIOMA COMÚN

AMISTADES: Con su permiso y presentando las excusas pertinentes y, asimismo, con mi saludo de año nuevo, paso a compartir con ustedes, en: www.sergioroman.com, la presencia de la núm. 49 de mis 'Cartas al (aún) idioma español’, punto final de la serie. * 

Me parece que, por presiones de este momento, ya no redactaré la quincuagésima porque es hora de pasar a la acción, apoyando la creación de una Asociación de personas que usen el español cotidianamente en calidad de lengua materna y, además, asumiendo que el énfasis de dicha entidad, sea la didáctica del idioma, sobre todo, en el nivel primario. Así, iremos forjando un concreto contrapeso democrático a la academia de Madrid. / Volvamos a don Andrés Bello, sobre todo, a su propuesta de conjugación. Volvamos a las fronteras naturales de nuestra geografía hispano-indo-castellana. Volvamos al Diccionario de 1992. Volvamos a preguntarnos cómo se eligen los miembros de las academias locales. Volvamos a diferenciar, desde la escuela, y a combinar cuando fuere posible pero con plena conciencia de ello, los tres registros (el formal, el especializado y el coloquial), y los principios de las tres vías expresivas (la narrativa, la expositiva y la descriptiva) y los tres soportes retóricos (los de comparación, exageración y supresión). Lo demás, me parece, fuego fatuo y mercadotecnia. Imagínense, ¿para qué una gramática de cuatro mil páginas, si cuarenta son suficientes, siempre que vayan acompañadas por series progresivas de ejemplos y ejercicios escoltados por una explicación breve y clara, y por una corrección orientadora. Olvidémonos de Madrid (ese 'Madriz', semiasfixiado por las pretensiones –legítimas, o no– de vascos, gallegos y catalanes, y por las gracejadas de la Duquesa de Alba y el yerno del rey). Atte., Sergio Román Armendáriz,

* Las ’49 cartas al (aún) idioma español’ constan en www.sergioroman.com, página principal, franja superior, debajo de una imagen de Marilyn Monroe que sirve de señal, por  si acaso quieran acceder a los textos o sugerir su lectura a dos personas de su confianza. /// romantic@racsa.co.cr

miércoles, 11 de enero de 2012

"Retroalimentación", un anglicismo esperpéntico

Una buena discusión permite la réplica
y el aporte de los participantes que
enriquece los resultados.

La palabra "retro", de origen latino, la define el diccionario de la RAE como "atrás" o "hacia atrás". Así por ejemplo, retro, en un automóvil significa marcha atrás.

Así que "retro" resulta ser sinónimo de "atrás". Un rifle de retrocarga es uno que se carga no por la boca del cañón, sino por el extremo opuesto.
De modo que en español solo tiene significado en biología, materia en la que retroalimentación es una acción que se haría por el ano, proceso perfectamente posible con la tecnología de que hoy dispone la medicina.

Pero el uso común que se le da a esta palabra es la traducción antojadiza y sin ningún fundamento lingüístico válido de la voz inglesa feedback, usada en distintas disciplinas científico-técnicas con los sentidos de ‘retorno de parte de la energía o de la información de salida de un circuito o un sistema a su entrada’, ‘acción que el resultado de un proceso material ejerce sobre el sistema físico o biológico que lo origina’ .

Para el uso que se le da en nuestro idioma tenemos "respuesta", "contestación", "réplica", "aporte" y muchas otras palabras, pero a alguien se le ocurrió esa barbaridad de "retroalimentación" y ahora tenemos un nuevo esperpento, rondando hasta en las aulas universitarias aplicado a diálogos y discusiones.
Así que en español resulta incorrecto decir: "Una buena discusión permite la retroalimentación de los participantes que enriquece los resultados."

Lo correcto sería expresar: "Una buena discusión permite la réplica y el aporte de los participantes que enriquece los resultados."



martes, 10 de enero de 2012

¿Qué hace el absurdo término "femicidio" metido en una ley?


¿Qué hace el absurdo término femicidio
metido en una ley costarricense?
(Extractos de un artículo de don Víctor Hurtado publicado en el diario costarricense "La Nación". Lea comentarios en la dirección electrónica que aparece al final de esta entrada. La imagen fue introducida por La Plaga)



La absurda “palabra” ‘femicidio’ aparece en una ley de Costa Rica que sanciona la violencia inferida a las mujeres. Tal norma es la ley n.° 8.589, titulada Penalización de la violencia contra las mujeres; en ella se establece:
“Artículo 8.°. Circunstancias agravantes generales del delito. Serán circunstancias agravantes generales de las conductas punibles descritas en esta ley, con excepción del delito de femicidio, y siempre que no sean constitutivas del tipo, perpetrar el hecho: […]”.
‘Femicidio’ también aparece en el artículo 21.°.
Debe de ser interesante la historia de cómo vino a parar un término etimológicamente tan disparatado en una norma jurídica que –se supone– se redacta con apego a las normas y a la lógica del idioma. En todo caso, aquí solamente nos referiremos al error gramatical que encierra ‘femicidio’.
La palabra correcta es ‘feminicidio’. ‘Femicidio’ es un error. En ambos casos se alude a la muerte de una mujer, muerte causada por otra persona.(...)
Esos significados no se excluyen necesariamente: pueden coexistir. También pueden crearse otras acepciones.
Ni ‘feminicidio’ ni ‘femicidio’ constan en el Diccionario de la Real Academia Española(DRAE).
El problema con ‘femicidio’ es que le falta una sílaba: ‘-ni-’. La palabra completa es ‘feminicidio’. Se forma con la raíz latina ‘femin-’, el interfijo conectivo ‘-i-’ y el sufijo ‘-cidio’ (del verbo latino ‘cædere’, matar).
La palabra latina ‘femina’ equivale a ‘mujer’. Su raíz es ‘femin-’. Se dice que es la raíz porque no pueden quitársele más letras en el final; si se le restan, tal raíz pierde sentido. Las inexistentes “raíces” ‘femi-’ y ‘fem-’ carecen de significado.
De la raíz ‘femin-’ se derivan palabras cultas (no populares), como ‘feminismo’, ‘femineidad’, ‘afeminar’, etcétera. También se derivan términos de origen popular, que cambian la ‘-i-’ por una ‘-e-’: ‘femenino’, ‘femenil’, etcétera (etimológicamente deberían ser ‘feminino’, ‘feminil’, etcétera).
A partir de la raíz ‘femin-’, el asesinato cometido contra una mujer solamente puede ser ‘feminicidio’ (femin-i-cidio), nunca ‘femicidio’.
El erróneo término ‘femicidio’ deriva de la palabra inglesa ‘femicide’, publicada impresa en 1801. ¿Cuál es el origen mental de ‘femicide’?: la ignorancia. El inventor o la inventora de ‘femicide’ ignoraban la forma de crear palabras a partir de raíces latinas; es decir, ignoraban que las raíces no deben perder letras a capricho, de modo que ‘femin-’ no debe reducirse a ‘femi-’.
El resto de la historia fue un contagio. Por ignorancia y por pereza por salir de la ignorancia, otras personas usaron el ridículo término ‘femicide’, que se tradujo a diversos idiomas. (...)
No debe argüirse que 'femicidio' está bien porque "así habla la gente". En realidad, la gente sí puede terminar hablando así, pero hablando mal por culpa de quienes habitualmente mencionan el 'femicidio'. Peor aún: si 'femicidio' aparece en una ley, ¿cómo esperan que se escriban los alegatos judiciales que se refieran al feminicidio? Usando la palabra errónea porque erróneamente está en la ley. Cuanto más se escriba 'femicidio' en tales documentos, más se extenderá el contagio antigramatical en la sociedad. No es, pues, este un caso de "error popular", sino de error inducido más o menos conscientemente por un número pequeño de personas: ciertas feministas y todos los diputados.
Es evidente que ‘femicidio’ no es un término reducido por desgaste histórico: nació mal. ¿Qué hace metido en una ley?


Artículo completo en :

domingo, 8 de enero de 2012

Se explosiona una bomba, no se explota.

se explosiona una bomba y no se explota


Explosionaron una bomba colocada en
un vehículo.
Cuando se hace explotar una bomba lo adecuado es decir que se explosiona no que se explota.
El verbo explotar utilizado con su significado de 'hacer explosión' no es apropiado en frases como las siguientes, tomadas de los medios de comunicación: «Especialistas del ejército colombiano explotan una bomba colocada por las FARC»; «Los artificieros de la Guardia Civil explotaron un proyectil en el Club de Campo».
Así, pues, las bombas explotan (o estallan) solas, mediante los mecanismos instalados para ello; pero si hay alguien que las hace explotar lo indicado es utilizar el verbo explosionar o la construcción hacer explotar:
Por tanto, en los ejemplos anteriores lo adecuado hubiera sido decir: «Especialistas del ejército colombiano explosionan una bomba colocada por las FARC»; «Los artificieros de la Guardia Civil explosionaron un proyectil en el Club de Campo».


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